El engaño de Ícaro - Reseña crítica - Seth Godin
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El engaño de Ícaro - reseña crítica

El engaño de Ícaro Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Desarrollo personal

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788498752946

Editorial: Booket

Reseña crítica

Nuestros padres crecieron creyendo en un sistema que los controló, los calló y los invisibilizó. Pero los tiempos han cambiado y ahora la zona segura está en la creación infinita y la conexión personal. Para llegar ahí, Seth Godin nos invita a dar un paso adelante: pensar y actuar como artistas.

Introducción: Ahora, todos somos artistas

“Tu habilidad para seguir las instrucciones no es el secreto de tu éxito. Todos los días nos ocultas tu mejor trabajo, tus mejores intuiciones y lo mejor de ti mismo”, afirma Seth Godin.

Nos habla a nosotros, que estamos esperando nuestra oportunidad en la vida para mostrar lo que valemos y cómo nos hemos preparado.

Sin embargo, el autor sostiene que ya no hay que esperar más al sistema. El tiempo perdido es una pena, pero peor aún es seguir aguardando.

“Eres capaz de aportar mucho. Te necesitamos, y ya”, anima Godin. “Eres capaz de marcar una diferencia, de ser audaz, de cambiar muchas más cosas de las que quieres admitir. Eres capaz de crear arte”.

La idea de este libro es hacer algo similar a lo que él hizo al escribirlo: que todos los que lo aborden se animen a salir de la zona de confort.

No es sencillo, pero es el único camino para poder realizar lo que él llama “revolución”. Sostiene la idea de que podemos cambiar las cosas.

Su intención es que veamos algo que podemos haber omitido o que ignoramos completamente.

“Me esfuerzo por conseguir que cada vez más personas prueben algo que nunca han querido probar, que intenten poner en práctica una forma diferente de trabajar y de pensar en su trabajo”, explica.

Parte cero: El arte, la zona de confort y la oportunidad de tu vida

El motivo para crear arte es bastante simple. Por un lado, la nueva economía conectada lo requiere y solo te recompensará por ello. Por el otro, el arte le da entidad al ser humano.

Para explicar mejor esto, Godin cuenta la historia de Ícaro.

La leyenda cuenta que este griego murió víctima de su excesivo orgullo en el mar Icario, al sur de la isla de Samos.

Era hijo de Dédalo, un talentoso artesano que había sido detenido por sabotear la obra del rey Minos. Dédalo diseñó un plan para escapar: construyó un par de alas para él y su primogénito y aseguró las plumas con cera. Por esta última razón, no debían volar muy alto, cerca del Sol. Ícaro, extasiado, no hizo caso a la orden, la cera de sus alas se derritió y, por lo tanto, cayó al mar y murió.

El mensaje que deja el mito es que no hay que rebelarse ante el rey ni ante nuestros padres. Tampoco, creernos más de lo que realmente somos.

Aunque la leyenda omite una parte. Dédalo le había dicho a Ícaro que tampoco volase muy bajo porque el mar les iba a quitar la fuerza propulsora a sus alas.

Llevando la idea de esa historia a la realidad, el autor señala que “los industrialistas han convertido el orgullo desmedido en un pecado capital, pero han ignorado oportunamente un defecto mucho más común: conformarse con demasiado poco”.

Durante mucho tiempo nos conformamos con una zona de seguridad que no era muy atrevida ni desafiante. “Construimos nuestra zona de confort en torno a la obediencia y la invisibilidad y, como resultado, estamos demasiado cerca de las olas”.

Así que la nueva zona de confort es el arte. La sociedad actual tiene como bases el crear ideas que se difundan y conectar lo desconectado, cuestiones que requieren pensar como un artista.

Para que quede claro, el autor deja una definición sobre lo que él considera que es el arte en los tiempos modernos: “El arte es el acto de un ser humano que lleva a cabo un trabajo generoso, creando algo desde cero y que influye en otras personas”.

Parte uno: La economía de la conexión nos obliga a crear arte

Godin sostiene que la era industrial que dio pie a nuestra educación, jornada laboral y economía está agonizando. Como lo está haciendo más rápido de lo que imaginábamos, se genera miedo, temor e indecisión.

Hoy en día, lo que moviliza a las culturas que tienen éxito es el propio afán por tener éxito.

“En los países y en las regiones donde, en determinados momentos, surge un imperativo cultural de crear arte y de avanzar, las cosas cambian para mejor”, explica el autor.

Como muestra la historia, la humanidad ha avanzado dando pasos hacia arriba en la escala: de campesinos a profesionales liberales, y de ahí a profesiones más abstractas como especialistas en marketing o publicistas.

Pero, ¿qué es lo que viene? Si bien conseguir un lugar donde desarrollarse profesionalmente no es fácil, existe un espacio que hasta ahora había estado cerrado: Internet.

Allí, la economía de la conexión hizo que ya no haya que preocuparnos por las cosas, sino por las personas.

“El reto del futuro no es asegurarnos de que el calentador de asiento de nuestro sedán de sesenta mil dólares funciona correctamente, sino aprovechar este breve momento en el que es más fácil que nunca encontrar y apreciar las conexiones”, dice Godin.

Ya no alcanza con brindar un buen trabajo por un precio justo para tener el éxito garantizado. De eso ya hay mucho.

Lo que importa ahora son estos elementos:

  • La confianza.
  • El permiso.
  • La singularidad.
  • El liderazgo.
  • Las historias que se divulgan.
  • La humanidad: las conexiones, la compasión y el humanitarismo.

El autor sintetiza manifestando que estos aspectos “son el fruto de destacar, y no de encajar; de inventar, y no de reproducir”.

Parte dos: Mitos, propaganda y kamiwaza

Para ponernos en contexto, el autor cita a Joseph Campbell y su idea sobre los mitos. “Tratan sobre nosotros”, decía el escritor, y no sobre dioses reales o imaginarios.

“Hablan de seres humanos que actúan como tales pero ataviados con vestimentas de dioses, de figuras legendarias. Los mitos ponen de relieve lo mejor de nosotros”, agrega Godin.

En otras palabras, los mitos exponen la mejor persona que podemos ser y eso nos ayuda a identificarnos con sus relatos.

Retomando la historia de Ícaro, ahora queda evidente el mensaje de que debemos aprovechar las situaciones que se nos presentan. Como todo mito, muestra que hay barreras por romper.

Pero existen diferencias que se hicieron notorias con el paso del tiempo. En los mitos antiguos hablan sobre las fuentes de poder de sus tiempos: reyes, religiosos y generales de guerra.

En cambio, los que escucharon nuestros padres están relacionados con encajar, con obedecer y con no ser muy soberbio. Ellos crecieron con el manto de la industrialidad: el sueño de la universidad y el poder de la empresa.

Estas ideas se vieron potenciadas por la propaganda, que promulgó la sumisión y la aceptación como virtudes a gran escala.

Godin cuenta que en la economía industrial llamaban “emprendedor” al que se revelaba contra el sistema jerárquico del poder. Pero esto no es lo mismo que ser un productor artístico.

“El productor artístico es un explorador. Es la persona que piensa qué se puede hacer a continuación, y después lo hace. Improvisa”, desarrolla. “El emprendedor muchas veces necesita tener una salida a la vista. El productor artístico, sin embargo, toma lo que está disponible y hace magia”.

Y aquí trae el término japonés kamiwaza, cuya traducción más cercana sería “divino”.

“Cuando prescindimos de la desconfianza en nosotros mismos y del artificio, cuando nos decantamos por la iniciativa y el arte, nos quedamos con el kamiwaza”, concluye el autor.

Parte tres: Coraje, arte y el trabajo que vale la pena

Según Godin, los sistemas industriales están en contra del coraje. Les molesta porque desordena los trabajos y torna impredecibles los resultados. Sin embargo, ese coraje es el futuro.

“Una persona con coraje destruye la oposición, se enfrenta a las críticas y hace lo que es mejor para su arte. Y, sobre todo, estropea la máquina”, señala.

La era industrial que produce bienes en masa y que tiene a la eficiencia en la entrega como meta, pondera el control, saca rédito de la motivación de los demás y obliga a cumplir sus normas a través de la aprobación.

Entonces, hay que desterrar estos tres factores externos si queremos crear arte.

Ahora, ¿cuáles son los elementos que integran el coraje? Aquí están:

  • Perseverancia: quienes tienen coraje perseveran porque no les queda otra opción para ser ellos mismos.
  • Fortaleza: todos sufrimos palizas en lo que hacemos, pero los que tienen coraje las resignifican. En vez de que los agoten, las ven como un desafío necesario que hace que el trabajo sea interesante.
  • Resistencia: se necesita flexibilidad, tener la voluntad de cambiar algo para compensar otra cosa que no funciona bien.
  • Ambición: la recompensa del coraje es el propio coraje, no importa si conduce al éxito o no.
  • Compromiso: se trata de fijar de manera consciente y a largo plazo objetivos difíciles de alcanzar, sin claudicar en el camino.
  • Flujo: sucede cuando nos dejamos llevar por nuestra pasión y nos metemos de fondo en lo que nos interesa.

Parte cuatro: Vergüenza, vulnerabilidad y desnudez

“Las personas en el poder y las organizaciones que funcionan a gran escala rara vez intentan descubrir las verdades que afectan a su statu quo”, asegura el autor.

En ese statu quo, las personas que forman parte de él se sienten seguras. No buscan cuestionarse, ni llegar a la verdad.

El problema es que las verdades, inevitablemente, los alcanzarán. Va a ganar la realidad marcada por la economía, la cultura y el mercado.

A diferencia de estos, los artistas van detrás de ellas.

“Los artistas nunca dejan de buscar las verdades molestas tras la fachada. Cuando llegue la realidad, no les sorprenderá, porque la veían venir. En ocasiones, incluso la animaron a venir”, comenta Godin.

Como vimos, se está creando una nueva zona de seguridad destinada para los artistas. Aquí el precio es la vulnerabilidad. Si nos animamos a tomar responsabilidades y a destacarnos, seremos blancos fáciles. Al mismo tiempo, puede aparecer la vergüenza, que no hace más que sabotear nuestro trabajo.

En este sentido, el arte es vulnerabilidad sin oportunidad de vergüenza.

“Cuando lo damos todo y, además, lo hacemos de modo que no podamos echarle la culpa a nadie, entonces por supuesto que el resultado nos pertenece”, explica el autor.

Entonces, una persona con kamiwaza dice “así soy yo”. De esta manera genera una conexión humana válida con los que están dispuestos a recibir su trabajo.

Parte cinco: Para crear arte, piensa como un artista. Para conectar, sé humano.

El arte tiene tres pilares, que han sido desarrollados por el escritor James Elkins. Sirven para poder crearlo y conectar con las personas en simultáneo.

Si una persona quiere convertirse en artista, debe cumplir con estos componentes:

  1. Aprender a ver: no podemos apreciar al mundo tal cual es por culpa de nuestros miedos y nuestras ideas preconcebidas. Lo ideal es aceptar lo que sucede sin parar a interpretarlo de acuerdo con lo que creemos.
  2. Aprender a hacer: es importante saber codificar. Si aprendes a hacer cosas, pasarás de ser espectador a participante; de estar a disposición del sistema a dirigirlo. Obtendrás más coraje y menos posibilidades de fracasar.
  3. Aprender a aceptar la pizarra en blanco: la necesitas si quieres ejercer el arte original. El problema de producir algo poco original es que no genera conexión, aburre. Lo que resulta complejo es hacer algo por primera vez: adoptar una postura y convertirla en algo nuevo.

Notas finales

A través de la leyenda de Ícaro, Seth Godin logra explicar cómo hemos sido engañados durante mucho tiempo.

Nos hicieron creer que lo mejor es obedecer las reglas, pasar inadvertidos por la vida y encontrar un lugar cómodo en un sistema que roza la obsolescencia. En ese entorno construimos nuestra zona de confort.

Pero la zona de seguridad de nuestros tiempos va en contra de esto: está en la creación sin límites y la conexión personal.

Los únicos que lo logran son aquellos que crean arte. Como es una cuestión de actitud y no una habilidad innata, todos podemos hacerlo.

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¿Quién escribió el libro?

Este empresario estadounidense de origen judío está graduado en Informática y Filosofía en la Universidad de Tufts. También se perfeccionó en el marketing, donde obtuvo un máster en la Universidad d... (Lea mas)

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